Salvatore Riina

Nunca nadie se atrevió a nombrar ante él ninguno de sus apodos; solo los muy cercanos le podían decir «Totò».

Debido a sus orígenes en un pueblo relativamente pequeño, los Corleonesi no constituyeron un elemento importante en la mafia siciliana durante la década de 1950, en comparación con otras familias situadas en la capital, Palermo.

Subestimándolos, los jefes palermitanos solían referirse a los Corleonesi como i viddani («los campesinos»).

En 1974 Luciano Leggio fue arrestado y encarcelado por el asesinato de Michele Navarra 16 años antes, y aunque Leggio siguió teniendo influencia entre rejas, Riina se convirtió en la cabeza real de los Corleonesi.

Totó Riina quería hacerse con el control del mercado y lo hizo planeando una guerra contra las familias mafiosas rivales.

Los padrinos de varias familias mafiosas eran vistos con frecuencia en sus comunidades, hombro con hombro junto a políticos y alcaldes, protegiéndose a sí mismos con sobornos en lugar de con violencia.

Riina empleó también la traición en su guerra, convenciendo con frecuencia a sus rivales a que se uniesen a él y asesinándolos cuando ya no le eran útiles o cuando sus ambiciones se incrementaban; algo que hizo incluso con dos de sus más leales y despiadados asesinos, Pino Greco y Filippo Marchese.

Buscetta proporcionó gran cantidad de información al juez Giovanni Falcone, testificando en el Maxi Proceso celebrado en el bienio 1986-87 que condenó a cientos de mafiosos.

En este juicio, Riina fue sentenciado de nuevo a cadena perpetua por asesinato, pero dado que seguía en paradero desconocido fue otra condena dictada in absentia.

Riina aseguró ser solo un pobre contable, y en su rancio traje, el susurrante gordinflón de 62 años parecía ser simplemente eso.

Muchos, de manera indignada y con enojo, declararon que las autoridades solo arrestaron a Riina debido a la presión a la que se vieron sometidos por la opinión pública tras los asesinatos de Falcone y Borsellino, viendo la facilidad con la que Riina había evitado la justicia durante tanto tiempo como un ejemplo de lo que muchos no dudaron en definir como apatía —por no llamarlo complicidad— de las autoridades sicilianas en lo referente a la Mafia.

[3]​ Riina permanecía preso en una prisión de máxima seguridad en Milán, con contacto limitado con el mundo exterior para prevenir que pudiese seguir gobernando su organización entre rejas como otros hicieron en el pasado.

Sin embargo, siguió dirigiendo la organización entre rejas y tenía televisión, ordenador personal, internet, teléfono móvil, y demás objetos para seguir dando órdenes [cita requerida].

En un gesto práctico a la vez que simbólico, la mansión se convirtió en una escuela para niños.

En noviembre de 2001, y con 24 años, Giovanni Riina fue recluido por cuatro asesinatos cometidos en 1995.

El confidente Antonino Calderone describió a Riina como «increíblemente ignorante, pero intuitivo, inteligente e imprevisible...».

Calderone cuenta también que, cuando Riina decidió casarse con su amor, Ninetta, la familia de la joven se opuso a la unión.

Esto podría sugerir psicopatía o, como mínimo, que haya ganado justamente su sobrenombre, «La Bestia».

Seguía en prisión, tenía 87 años de edad y la salud deteriorada tras dos intervenciones quirúrgicas.