La Moraña es una región de vastas llanuras cerealistas salpicadas de pequeñas localidades que, durante la Edad Media, desempeñaron un papel crucial en la defensa del territorio frente a los ataques musulmanes y los conflictos entre reinos cristianos.
Sobre la techumbre, se ha perdido un pináculo o espadaña por el derrumbamiento de esta.
Es una casa que cuenta con dos alcobas, habitación para la servidumbre y un patio interior.
El edificio en el siglo XIII, en la primera década, su función era la de torre vigía.
En el siglo XVIII, el ayuntamiento empezó arrendar la primera planta como panera a terratenientes para poder guardar el grano.
Entre el siglo XX, entre 1950 a 1980, la techumbre se hundió perdiendo su estructura original y un pináculo o espadaña que estaba en el centro del tejado.
Pues, se recubrió todo el interior de hormigón, tapando el ladrillo visto que tenía.
En 1936, también conocemos la labor de Francisco Duque, en una intervención, pues dice así: He recibido del Sr.
Además de reconstruirse el acceso original lateral, y uno nuevo en la cara norte, conectando con esa puerta elevada que era la panera en el siglo XVIII.
Se hicieron unas escaleras, y una rampa para discapacitados, que es imposible de subir dada su inclinación.
[2] Esta restauración también afecto al interior, pues derribó todos los compartimentos internos, dejando la huella de las vigas originales, y cubriendo todas las paredes de cemento.
En el interior de la torre encontramos los objetos desperdigados, que se iban a usar para esta colección.
Sin embargo, se han instalado rejas en los vanos para evitar la entrada de animales.
En el campanario, las rejas impiden la entrada de aves, pero hay humedad en la fachada este.
Inicialmente, la torre cumplió con funciones defensivas, permitiendo la vigilancia de las aldeas cercanas.
Desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, fue utilizada como panera y almacén, siendo alquilada por la parroquia a terceros, según lo documentado en los libros de cuentas de la época.
También se utilizaban en diversas festividades como el Día de Todos los Santos, donde se realizaba una procesión en la que los jóvenes subían al campanario, tocaban las campanas y cantaban mientras encendían una hoguera.
Este estilo refleja la fusión entre la población cristiana y musulmana durante la Reconquista, cuando la población musulmana fue absorbida por los nuevos pobladores cristianos, que necesitaban mano de obra para la repoblación.
Esto demuestra que, a pesar de su carácter utilitario, los constructores no descuidaron la belleza en la arquitectura.
Su valor está relacionado tanto con su función histórica como con su contribución al paisaje cultural de la Moraña.