La orografía es casi en su totalidad la de una vega a la que la localidad da nombre, horadada durante miles de años por el río Esla, que delimita al este su extensión.
Esta ladera tiene una franja de terreno pedregoso donde hace años se asentaba el viñedo, hoy desaparecido en su totalidad, quedando solamente las bodegas, pintorescas construcciones excavadas en la tierra.
El clima es típicamente de interior, con temperaturas extremas en invierno y en verano.
En el siglo XIX se abrió en su término el canal del Esla, que tenía un salto en Toral donde inicialmente se instaló un molino y luego una turbina hidroeléctrica que dio luz a varios pueblos de la zona.
Fue reformado y completado con otras obras en el siglo XVI, en tiempos del comunero Ramiro Núñez de Guzmán y su brava esposa María de Quiñones.
El Palacio ha sido rehabilitado para albergar las oficinas municipales y otros servicios, entre los que se encuentran la casa consistorial, la biblioteca, el consultorio médico, el café-bar el Palacio y el museo del Botijo.
Se trata de un amplio espacio flanqueado por soportales en las caras este y norte construidos con columnas cilíndricas de cemento blanco y madera.