Cirera fue el único opositor y el 17 de octubre de 1630 fue nombrado maestro de capilla –el primero que ocupó la plaza por oposición–, cargo que ejerció hasta 1642, probablemente el año de su fallecimiento.
Le sucedió Jaime Vidal.
[1] El 3 de octubre de 1636 fue amonestado por el capítulo por descuidar sus obligaciones: desatender la instrucción de sus escolanes y no acudir a la clase diaria de canto a la que estaba obligado.
[3] Desde entonces se pierde la pista del maestro, que debió fallecer poco antes del 17 de junio de 1642.
Aunque no se sabe nada del paradero de aquella producción, se conservan tres de sus obras en la Biblioteca de Cataluña:[4] Las tres obras comparten una factura muy similar: pequeños poemas polifónicos de ocho voces repartidas en dos coros, sin ninguna particella o indicación de bajo continuo, con líneas puras y expresivas cuyo ritmo sigue suavemente las inflexiones de las palabras y el sentido general del contexto.