Thomas Chatterton

Murió diez años después, tras haber realizado una falsificación literaria portentosa que engañó a diversos eruditos y le transformó en una legendaria figura del Romanticismo.

Estudios modernos han concluido que era un niño superdotado, cuyo coeficiente intelectual alcanzaba al menos los 170 puntos.

Leyó unos viejos pergaminos del siglo XV que habían sido vendidos al peso por una iglesia para hacer moldes de costura y asimiló su lenguaje.

Por entonces, Chatterton ya trabajaba como escribiente de un abogado (según algunos estudiosos, en él se habría inspirado Herman Melville para su Bartleby).

[1]​ A Rowley se sumaron otras figuras fantásticas, aunque todas ellas con algún asidero en la historia oficial.

Como Walter Scott unos años más tarde en sus novelas históricas, no temía mezclar sucesos y personajes reales en sus fábulas.

Chatterton escribió un soneto acusándolo de falsario, y más tarde amenazó con suicidarse (en su testamento indicaba que quería ser enterrado en una tumba medieval).

Sus amigos, creyendo que así lo salvaban, le financiaron un viaje a Londres en abril de 1770.

Recién un siglo más tarde Skeat cerró el debate, demostrando de una vez y para siempre que Rowley era Chatterton.

En 1876, Ruggero Leoncavallo compuso una ópera con libreto propio, que se basa libremente en la vida del poeta.

Thomas Chatterton de niño.
La muerte de Chatterton (1856), de Henry Wallis . Tate , Londres .