Dirigida y protagonizada por Jack Nicholson, también cuenta con un reparto de secundarios de lujo encabezados por Harvey Keitel, Meg Tilly, Madeleine Stowe, Richard Farnsworth, Frederic Forrest, Pia Gronning, David Keith, Rubén Blades, Tracey Walter y Eli Wallach .
Repitiendo su papel de Chinatown actúan Joe Mantell, Perry López, James Hong, Allan Warnick y, en una breve voz en off, Faye Dunaway.
El personaje de Katherine Mulwray vuelve así interpretado por Meg Tilly.
Curiosamente, a Berman no parece preocuparle que pueda ser acusado de asesinato.
Gittes tiene la grabación, que el abogado de Berman, Cotton Weinberger, y el amigo mafioso Mickey Nice quieren, y que están guardadas en una caja fuerte en la oficina de Gittes en Los Ángeles.
Gittes tiene un enfrentamiento y un encuentro sexual posterior con Lilian Bodine, la viuda enojada del muerto.
Se le presentan pruebas de que Earl Rawley, un petrolero rico y despiadado, puede estar perforando bajo el desarrollo de Bodine y Berman, aunque Rawley lo niega.
Gittes determina que la mujer es oncóloga y está tratando a Berman por cáncer.
Sin restos que recuperar, la policía no intenta investigar su muerte y Kitty hereda una suma sustancial de su difunto esposo.
Acabando dirigida por el propio, Nicholson (y que sería su última película hasta la fecha, como director).
A diferencia de su famosa predecesora, la película no tuvo aceptación en taquilla, no fue nominada a ningún premio y la crítica fue muy variada y dispersa, aunque tuvo un cierto éxito en el mercado de video.
Vincent Canby escribió para The New York Times llamándola "una película agradable pero torpe" Variety dice que la película es "un revoltijo obtuso, no del todo insatisfactoria como segunda parte de Chinatown" Desson Howe, escribiendo para The Washington Post, dijo que "en el mejor de los casos la película aparece como un montaje competente, un homenaje nostálgico a su predecesora, pero prolija, confusa, y aburrida" Sin duda muchas de las críticas vertidas fueron interesadamente desfavorables y parciales, como secuela de una obra maestra, tuvo unos inicios complicados, si bien es indudable que vista en perspectiva se trata de una película mucho más, que digna, y es una muy buena representante del género tanto por guion como por interpretación.
Podríamos situarla sin temor a equivocarnos en la banda alta del género muy por encima de la media.
El guionista Robert Towne había planeado originalmente una trilogía que implicaba al investigador privado J. J. Gittes.