Tercera República francesa

La Tercera República es el régimen que permitió a la república instalarse de manera duradera en la historia francesa después del fracaso de la primera (1792-1804) y segunda (1848-1852), las cuales sólo habían durado doce y cuatro años, respectivamente.La Cámara y el Senado eligieron entonces para sucederle al abogado Jules Grévy, un republicano moderado.Autores más prestigios también mostraron clérigos antipáticos e incluso repulsivos, como Émile Zola en La Faute de l’abbé Mouret (1875) o La Terre (1887).Con él aparecieron las primeras reclamaciones obreras y, hacia 1880, los primeros sindicatos que lograron organizarse para requerir mejoras en el nivel de vida: la Fédération Nationale des Syndicats, en Lyon en 1886, o Confédération Général du Travail, en Lemosín en 1895.Ya en 1905 se creó la Sección Francesa de la Internacional Obrera, unificando a varios grupos socialistas (guesdistas, blanquistas, reformistas, etc.) al poco tiempo encabezados por Jean Jaurès.Ahora bien, la primacía del Legislativo sobre el Ejecutivo podía generar una seria inestabilidad política y Gobiernos fugaces.En 1887, aprovechando la distancia entre la población proletaria, las clases medias y las élites políticas, surgió un fugaz movimiento populista dirigido por el general Georges Boulanger.Este puso a la República ante una verdadera crisis; debido a su alta popularidad entre el pueblo, los monárquicos y los bonapartistas, el Gobierno temía que, si sus partidarios ganaban las elecciones que se celebrarían en julio de 1889, Boulanger intentase un golpe de Estado e impusiese una dictadura.Los niveles de alfabetización aumentaron gracias a las leyes que establecieron la escolarización gratuita, universal y obligatoria en 1881-82, y ello favoreció la integración mutua de las provincias; a su vez, impuso la presencia del Estado en las regiones del país.Mientras tanto, las doctrinas del positivismo extendían entre las élites intelectuales el menosprecio por la metafísica y la religión junto con la confianza en el poder de la ciencia y en la tecnología, así como la creencia en la bondad del progreso, ideas que en cierto modo fueron incorporadas también al ideal republicano francés.El éxito de este evento motivó que fuese repetido en 1900, también en París, como una celebración del progreso y de la ciencia, aprovechando además el inicio del nuevo siglo, aunque esta última exposición resultó bastante más costosa que su antecesora y, por tanto, no generó gran rentabilidad.Sumándose a las incursiones europeas en continente asiático, previas y coetáneas, Francia incorporó territorios en su parte sureste.En competencia con los británicos, los franceses estuvieron presentes en los archipiélagos de la Polinesia con misiones militares, exploradoras y católicas desde la segunda mitad del siglo xviii.No obstante, la opinión pública interna en Francia no mostraba mayor entusiasmo por la expansión colonial, siendo que el mayor impulso dado a ella provenía de importantes capitalistas junto con altos funcionarios estatales, como el primer ministro Jules Ferry, un promotor del colonialismo.La política exterior francesa en los años previos a la Primera Guerra Mundial se basó en gran medida en la hostilidad y el miedo del poder alemán.El canciller germano Otto von Bismarck cuidó durante años que Francia careciera de aliados importantes en Europa y patrocinó la Liga de los Tres Emperadores, que servía como alianza informal entre Alemania, Austria-Hungría y Rusia; además, buscó pactos con Gran Bretaña e intentó un acercamiento político entre Austria-Hungría y el Reino de Italia.Francia aprovechó el malestar de Rusia por esta decisión para forjar con ella su propia alianza política y militar.Además, la alianza motivó a que tanto Rusia como Francia alinearan sus intereses en caso de sufrir una agresión externa por parte de alguna «tercera potencia», lo cual significaba un contrapeso efectivo a la alianza entre Alemania y Austria-Hungría.Este evento causó una serie de pugnas en la opinión pública de ambos países, pero el Gobierno francés cedió ante los intereses británicos al juzgar poco inteligente entrar a un conflicto armado con Gran Bretaña cuando ésta poseía la mayor flota naval del mundo.[19]​ Esto a su vez explicaba que la opinión pública francesa insistiera en debilitar lo más posible a Alemania mediante el pago de elevadas reparaciones de guerra, para evitar que se repitiesen los daños y pérdidas causados por el conflicto.La destrucción de infraestructuras, ferrocarriles y otros daños civiles en las zonas ocupadas por Alemania implicaba cuantiosos gastos para Francia, cuya economía, además, había sido sometida a duras pruebas para mantenerse a flote durante los cuatro años de guerra.A mediados del decenio, los movimientos de corte fascista ya destacaban por su actividad en la política francesa.La manifestación desembocó en un motín callejero que dejó ocho derechistas muertos tras luchas con la policía en la plaza de la Concordia.A esta unión se sumaron los miembros de izquierdas del Partido Republicano Radical-Socialista, y fundaron así el Frente Popular en 1935.Si bien mantenían la estructura económica del capitalismo, conquistaba y aseguraba derechos laborales para el proletariado francés: la semana de cuarenta horas, los contratos colectivos o las vacaciones pagadas —que sus pares alemanes o británicos disfrutaban hacía años—.Por otra parte, desde el término de la Primera Guerra Mundial, la opinión pública francesa mantenía una actitud pacifista y se oponía a toda acción beligerante en Europa, salvo si estuviera dirigida directamente contra una amenaza de Alemania.Como resultado, se dañaron seriamente las relaciones políticas con Italia, mediante pugnas diplomáticas y periodísticas.En esas fechas, la clase política francesa resolvió no enfrentarse a Alemania ni a Italia sin contar previamente con la adhesión política y diplomática de Gran Bretaña; sin embargo, tal apoyo no se concretó, en cuanto el Gobierno de Neville Chamberlain postulaba mantener la política de apaciguamiento hacia nazis y fascistas.Los jefes militares franceses subestimaban el impacto de la aviación y los tanques en la guerra moderna y sobrevaloraban, en cambio, las defensas estáticas como la Línea Maginot, así como el poder de la artillería ligera contra los tanques.Después, la Asamblea Nacional refugiada en Burdeos fue presionada por el político derechista Pierre Laval para entregarle poderes dictatoriales al mariscal Pétain, amenazando con que los nazis endurecerían las condiciones del armisticio en caso de rechazar esta exigencia.
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El general monárquico Patrice de Mac Mahon como presidente de la República Francesa en 1873.
Jules Grévy, segundo presidente de la Tercera República
Caricatura de La Petite Lune de 1878: el primer ministro Jules Ferry comiéndose un sacerdote.
Tranvía eléctrico parisino, 1904
Vista de París y la Torre Eiffel desde un globo aéreo durante la Exposición de 1889.
El château d'eau en la Exposición Internacional de París de 1900.
Imágenes de colonias francesas en el Sudeste asiático en 1891 (de Le Monde Illustré ).
1. Panorama de Lac-Kaï , base francesa en China.
2. Muelle Yun-nan , en Hanói .
3. Calle inundada en Hanói.
4. Panorama de los alrededores de Hanói.
Le Petit Journal del 10 de julio de 1898 ironiza sobre el caos político causado en Francia por el affaire Dreyfus: Marianne ordena a los políticos mantener el orden regañándolos como maestra a sus alumnos.
Titular del artículo «Yo acuso» escrito por Émile Zola como carta abierta al Gobierno francés, en defensa del capitán Alfred Dreyfus durante el affaire Dreyfus .
Portada de Le Petit Journal respecto a las celebraciones conjuntas franco-rusas en 1893
Francia en 1914, antes del inicio de la Primera Guerra Mundial.
Trinchera francesa en Verdún , 1916
Tropas francesas ante la estación de trenes de Dortmund, en el Ruhr , octubre de 1924.
Ministros designados tras la crisis de febrero de 1934, de izquierda a derecha: Pierre-Étienne Flandin , el mariscal Pétain y el socialista Adrien Marquet .
Dos tanques SOMUA S35s franceses destruidos examinados por soldados alemanes en mayo de 1940.
El general francés Charles Huntziger firmando como representante de Francia el armisticio con el Tercer Reich el 22 de junio de 1940.