La teoría cognitiva social adopta una perspectiva "interaccionista" del desarrollo de la conducta moral.
[1] Los factores personales del individuo, como el pensamiento moral individual, las reacciones emocionales al comportamiento, la conducta moral personal y los factores de su entorno, interactúan entre sí y se afectan mutuamente.
En este proceso de autorregulación, las personas supervisan su conducta y las condiciones en las que se produce, la juzgan en relación con las normas morales y regulan sus acciones por las consecuencias que se aplican a sí mismas.
Suelen abstenerse de realizar conductas que violan sus normas morales para evitar la autocondena.
[3] En comparación con las mujeres sanas, las mujeres con trastorno de estrés postraumático (TEPT) debido a un trauma infantil complejo eran menos propensas a aprobar acciones utilitarias en dilemas que implicaban infligir daño físico directo.
El propio comportamiento se ve especialmente influido por las influencias externas, sobre todo en ausencia de una norma interna sólida.
Sin embargo, los individuos pueden defender sus acciones con distintos tipos de razonamiento moral, incluso ante la participación en conductas perjudiciales o dañinas.