Aunque no significan lo mismo, ese término patología digital se aplica al entorno informatizado que permite el manejo de información biológica a partir de muestras.
Desde finales del siglo XX, se han utilizado sistemas informáticos para prácticas patológicas a través de grandes distancias.
Sin embargo, ciertos estudios muestran que las tasas de precisión diagnóstica son mayores cuando se utiliza patología dinámica (robótica en tiempo real) en lugar de patología estática mediante láminas virtuales.
Esto se debe a que en la telepatología dinámica, el médico revisa la imagen con un microscopio robótico que le permite seleccionar distintos campos y niveles de ampliación, por ende replicando el uso rutinario de un microscopio, aunque remotamente.
Se puede salvar tiempo valioso al acceder mediante búsquedas electrónicas indizadas en estos repositorios de casos.
Estas operaciones incluyen algunos pasos básicos como la preparación de la muestra y la tinción, realizado en un laboratorio histológico; la tinción hematoxilina-eosina se usa frecuentemente en el ámbito histológico para examinar secciones de tejido.
DICOM fue creado originalmente para radiología, por lo que no tiene especificaciones esenciales en ámbitos de diagnóstico patológico como texturas y color en las imágenes digitales.
[1][6] Antes de los avances recientes en hardware y software de microscopía virtual, las muestras se digitalizaban con aparatos no diseñados para ello (aunque compatibles con el estándar TWAIN) y en resoluciones ópticas que rara vez pasaban los 5000 ppp.
Para solventarlo, el uso de análisis espectrales, calibración y reproducción del color son metodologías que se utilizan en este ámbito.