La primera aplicación práctica del diente en evolvente fue debida al suizo Leonhard Euler (1707).
Aproximadamente por esas fechas André Citroën inventó los engranajes helicoidales dobles.
A estas herramientas se les conoce con el nombre de "cortadores conformadores".
Es necesario una fresa específica para cada módulo y número de dientes, pero debido al alto coste que esto supone, habitualmente, se utilizan juegos de 8 fresas por módulo, lo que se traduce en una inexactitud el los perfiles.
La ventaja de las talladoras por generación es su elevada precisión, asegurando un perfecto y silencioso funcionamiento a grandes velocidades.
Este movimiento se repite hasta llegar a completar una distancia igual al paso circular.