El carbón vegetal resultante puede utilizarse como biocarbón para mejorar la fertilidad del suelo.
[2] En este contexto puede producirse el carbón vegetal por diversos métodos, del más sencillo (cubrir de tierra una pila de leña, disponiendo ventilaciones estratégicamente y prendiéndole fuego por debajo) al más sofisticado (un equipamiento moderno o planta industrial que recupera y convierte estrictamente todos los gases de combustión en ácido piroleñoso y gas de síntesis).
[3] Cuando se quiere despejar una extensión de bosque para dedicarla a la agricultura, talar y carbonizar ofrece beneficios considerables para el medio ambiente cuando se compara con el método de tala y quema.
[4] Resulta en la producción de biocarbón, que entonces puede ser mezclado con biomasa (como residuos de cultivo, residuos alimentarios o estiércol), para enterrar la mezcla y formar así la llamada terra preta (preta por la palabra portuguesa para negra, no porque esta tierra presente un aspecto apretado o prieto).
[6] Cambiar de tala y quema a talar y carbonizar puede fijar, en una forma altamente estable, hasta el 50 % del carbono que existía en esa área de bosque que se ha despejado.