Sólo un año después debutó en el cine con Freie Fahrt (1928), que atrajo por primera vez la atención de la crítica.
Sin embargo, su aspecto explícitamente no-ario la relegó sobre todo a la categoría de mujer fatal o extranjera problemática.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Schmitz fue rechazada por la comunidad cinematográfica alemana por trabajar continuamente durante el Tercer Reich, y le resultó difícil conseguir papeles.
Apareció en papeles secundarios en películas como Zwischen gestern und morgen (1947), Sensation in Savoy (1950), y Illusion in a Minor Key (1952), pero se vio acosada por el alcoholismo, el abuso de drogas, la depresión, varios intentos de suicidio y el ingreso en una clínica psiquiátrica.
En el momento de su muerte, vivía en Múnich con una mujer llamada Ursula Moritz, una médica que supuestamente le vendía morfina a un precio exagerado y la mantenía drogada mientras despilfarraba los pocos fondos de que disponía.