Entre los 4-5 años y la adolescencia los niños son hipervigilantes, muy pocos duermen siesta pero tienen un sueño nocturno de 9 horas bien estructurado en cinco ciclos o más.
En los individuos jóvenes reaparece en muchos casos la necesidad fisiológica de una siesta a mitad del día.
El sueño representa una función vital, por ser imprescindible (el ser humano no puede vivir sin dormir), restauradora (el sueño repara el cuerpo cada día), complementaria y fundamental para asegurar la vigilia (se duerme para poder sentirse despierto al día siguiente), fisiológicamente necesario.
[8] Además, el cuerpo, durante el sueño entra en estado anabólico, el cual sirve para desarrollar numerosas funciones de reparación en nuestro organismo.
[cita requerida] Los científicos han demostrado de muchas maneras que el sueño está relacionado con la memoria.
El estudio permitió a 18 mujeres y 22 hombres dormir solo 26 minutos por la noche durante un periodo de cuatro días.
A la otra mitad, el grupo de control, le hicieron lo mismo pero sin tener en cuenta su reacción; después de las sesiones, se puso a las ratas en otra caja y les hicieron registros poligráficos flotando seis horas.
Este estudio determinó que, después de las sesiones (descargas eléctricas), las ratas pasaban un 25,47 por ciento más tiempo en sueño MOR.
Para hacer este proceso, las dendritas no deben recibir ningún tipo de información externa y por ello se sugiere que ocurre durante el sueño.
Así pues, la actividad del sistema reticular durante el sueño es baja por el efecto inhibitorio de la adenosina.
La cafeína (del café) y otras metilxantinas, sustancias conocidas por su efecto de mantener la vigilia, se unen con los receptores A1 y los bloquean, con lo que impiden que la adenosina se fije a ellos e induzca el sueño.
Recientes estudios han puesto de manifiesto que existen tres variantes genéticas relacionadas con la duración del sueño: Desde hace algún tiempo, es conocido que la duración del sueño está asociada con determinadas enfermedades metabólicas, tales como obesidad y diabetes tipo 2.
Nuevos estudios en esta línea han puesto de manifiesto que existe una clara correlación genética entre la corta duración del sueño y el índice de masa corporal (IMC), pero no con diabetes tipo 2; sin embargo, existe una clara correlación genética entre una duración larga del sueño, IMC y diabetes tipo 2.
[16][17][18] El sueño compartido ha sido una práctica común a lo largo de la historia, desde la prehistoria hasta la era moderna.
Esta tendencia llevó al abandono gradual del sueño compartido, incluso entre parejas casadas, a favor de camas separadas.
[19] Aunque en la década de 1950 se consideraba que dormir separados indicaba problemas matrimoniales, el sueño social nunca recuperó su popularidad pasada.
Algunos animales también pasan por la fase MOR del sueño, pero su experiencia subjetiva es difícil de determinar.
Parece que los mamíferos son los animales con mayor probabilidad de soñar debido a su ciclo del sueño similar al humano.
Las ballenas y los delfines son diferentes al resto de los mamíferos: siempre tienen que estar conscientes, ya que necesitan salir a la superficie a respirar, solo una parte de su cerebro duerme cada vez.