El levantamiento tuvo su foco en Loja y se extendió a otros pueblos cercanos como Iznájar o Archidona.
En esta localidad los insurrectos publicaron un manifiesto en el que pedían la adhesión a los habitantes del pueblo y proclamaron que su objetivo era la defensa de la democracia y la propiedad.
Loja era el feudo de Ramón María Narváez que ejercía en su ciudad natal como auténtico cacique.
La sublevación se extendió por Archidona, Íllora, Huétor Tájar y Alhama de Granada.
Al año siguiente, durante un viaje por Andalucía de Isabel II, se decretó la amnistía para todos los implicados, incluido Pérez del Álamo.