La historia comienza con el padre Andrew Kiernan (Gabriel Byrne), excientífico y sacerdote jesuita que investiga supuestos milagros.
Frankie es una peluquera extrovertida y vitalista de veintitrés años que parece mantener una vida sencilla e idílica.
Todo cambia una noche cuando Frankie toma un baño y es atacada por una fuerza invisible, pues luego de ello aparecen unas heridas que le traspasan por completo las muñecas.
Frankie vuelve a su apartamento y cuando Andrew la visita la descubre nuevamente poseída, escribiendo en una de las paredes un mensaje en otro idioma.
Los dos personajes acaban teniendo una conversación amistosa en una cafetería al aire libre, pero es en este momento cuando ella recibe la cuarta señal de estigma: las heridas producidas por clavos en los pies.
Ante la mirada atónita del hombre, se infringe heridas más profundas en las muñecas y finalmente acaba levitando como si estuviera colgada en la cruz.
Andrew salva a Frankie de la posesión y se ofrece al espíritu del sacerdote para ser el mensajero.