Tras dejar el Piccolo Teatro, se unió a la cooperativa teatral I compagni di scena con Cristiano Censi e Isabella Del Bianco; el grupo, comprometido políticamente, realizaba trabajos de investigación y seguía la política de descentralización, montando espectáculos en espacios distintos a los tradicionales para interceptar nuevos públicos.
[2] Su actividad teatral se alternó con la televisiva y la cinematográfica; en esta última, Satta Flores tuvo la oportunidad de probarse con grandes directores como Lina Wertmüller (Los Basiliscos, su primer largometraje), Dario Argento (4 moscas sobre terciopelo gris), Ettore Scola (Una mujer y tres hombres, La terraza) y Pasquale Squitieri (La fuerza del silencio, Corleone y El arma).
[3] En 1979 Satta Flores regresó a tiempo completo al mundo del teatro, esta vez como dramaturgo: escribió varias comedias de costumbres, a menudo con un trasfondo autobiográfico o generacional.
(1980) dirigida por Ugo Gregoretti; Grandiosa svendita di fine stagione (Premio Flaiano 1981); Una donna normale (1983); Pomeriggio di festa (1983); Per il resto tutto bene (1984).
[2] Dejó dos hijas: Francesca, actriz, directora, dramaturga y guionista, que tuvo con su esposa Carla Tedesco, y Margherita, actriz de doblaje, que tuvo con la actriz y dobladora Teresa Ricci.