Si por ejemplo, se percibe que una persona considerada amiga revela comportamientos de sí que no compartimos o un comportamiento que nos ofende, puede ocurrir que lleguemos (o mejor dicho nuestro ego llegue) a "escindir" las cualidades "buenas" de las "malas" de tal persona, para no renunciar a nuestro objeto de relación (transformado —para nuestro ego en el objeto— en un sujeto "bueno" y netamente distinto del "malo" desvalorizado o, por lo menos, devaluado).
En otros casos se puede valorizar a las malas cualidades, esto es muy frecuente en las relaciones afectivas.
Los criterios referidos al clivaje en la disciplina psicoanalítica han cobrado diversos matices a lo largo del siglo XX; en un principio se correspondían casi en todo con la noción sostenida por las teorías psicodinámicas en general; de este modo para S.Freud, creador del psicoanálisis, la Spaltung era entendida aún como la coexistencia en el seno del ego de dos actitudes antagónicas, una consistente en negar (renegación) la realidad , y la otra en aceptarla según el principio de realidad.
Según Melanie Klein (1932)[2] la Spaltung es un mecanismo fundamental en el desarrollo psíquico infantil y corresponde a la posición esquizo-paranoide.
En este contexto la escisión opera una fundamental separación de las cualidades gratificantes (buenas) del pecho materno de aquellas frustrantes (malas), para animar al bebe a buscar el pecho pese a las experiencias desagradables.