Son huasteco

Data del siglo XIX y fue influenciado de rasgos musicales españoles, africanos e indígenas.

La presencia del son en México se remonta a la época virreinal según el investigador Manuel Álvarez Boada "La música popular en la huasteca veracruzana" [1985].

La improvisación juega un fuerte rol en este estilo, con los músicos creando sus propias letras y arreglos.

Estas expresiones musicales se desarrollaron durante la Colonia con influencias de la música barroca y el comercio interoceánico.

Al hacer esto, la canción huapango se distingue del son huasteco en tanto que cierra su forma e interpretación a la dictada por su autor, y deja fuera la posibilidad de introducir libremente coplas sabidas o improvisadas.

El son huasteco se nutre del caudal de coplas que existen en la lírica tradicional mexicana.

En estos casos, la interpretación vocálica y la musicalización hacen perfectamente distinguibles una versión jarocha, por ejemplo, de una huasteca.

A diferencia de las estrofas en general y de otras formas de la lírica popular —como las canciones o los corridos—, las coplas son unidades autónomas en tanto que su estructura sintáctica y semántica es autosuficiente, i. e. no queda “abierta” para ser completada por otra estrofa que le siga, como otras manifestaciones que recurren a estrofas encabalgadas.

Esto hace que en la gran mayoría de los casos no existan interpretaciones, y mucho menos grabaciones, de sones en las que coincidan puntualmente las mismas series; al contrario, es raro escuchar dos versiones con idénticas coplas.

[12]​ Por ejemplo, la siguiente copla difícilmente podría ser interpretada en un son que no sea El fandanguito:

Ahora bien, esta estructura ha de considerarse como el modelo más recurrente pero en definitiva no el único, pues cada son tiene una disposición particular que está estrictamente vinculada a la música con la que se ensambla.

Esa misma interrupción podía hacerse para que el público declamara una décima, en ocasiones improvisada.

Sin embargo, en la actualidad hay trovadores que están recuperando esta tradición en sus interpretaciones y grabaciones, como Los Brujos de Huejutla.

Por verte vine hasta aquí, no me niegues el hablarte, ¿en qué tanto te ofendí?

Yo jamás creía encontrarme en la vida sin abrigo; hoy, si quieres encauzarme, me dirás, pues, el motivo que tratas de separarme.

metida entre ceja y ceja, pero no quiere caer pues su mamá no la deja; no la deja un rato sola, ni siquiera ir a pasear porque andando entre la bola En algunos casos, gracias a la rima se pueden distinguir al interior de las letanías subdivisiones en cuartetas u octavas, que siempre rematan con una sextilla que se canta a coro.

[25]​ Si bien improvisar demuestra una especial habilidad y genio creativo, en el son huasteco éstos también se manifiestan en la composición de nuevas coplas, o incluso en piezas originales, como las numerosas canciones huapango que ya hoy son parte del repertorio huasteco.

[27]​ A diferencia de otros sones —como el jarocho, en cuyos fandangos suelen incorporarse a veces multitud de músicos—, el huapango huasteco respeta mucho la formación del trío, así haya más músicos presentes que quieran tocar en la fiesta.

Por esa razón, junto con otros instrumentos como los rabeles, trompetas, arpas y laúdes, fueron de los primeros en traerse al Nuevo Mundo, en donde muy pronto los indígenas aprendieron a fabricarlos con habilidad.

[29]​ En cuando a la afinación de los instrumentos, el violín sigue la convencional en quintas perfectas, o sea en Sol3-Re4-La4-Mi5.

Por otra parte, la melodía del violín también marcas los pasajes o periodos que hay a lo largo de un huapango.

En términos generales, el violín siempre empieza solo con la melodía específica de cada son, e inmediatamente es acompañado por la jarana y huapanguera, en lo que sería la introducción del tema.

Podemos decir que a lo largo del son la línea melódica principal se va alternando entre el violín y las voces.

Más allá de haber aprendido a cantar “bien”, el falsete se asentó como un recurso y estilo propio del huapango.

En apoyo a esta hipótesis, se podría rastrear la sobrevivencia de esos elementos prehispánicos también en el zapateado huasteco.

[33]​ Al igual que otros rasgos “característicos”, el falsete tampoco es una elemento definitorio del huapango.

Por otro lado, el falsete no parece tener llamadas o marcas ni textuales ni musicales que determinen su aparición en un determinado pasaje del canto, lo cual efectivamente le da mucha libertad y espontaneidad en su despliegue.

Una de las dos características que Sánchez García identifica como comunes a las variantes del son en México, es que éstos son todos géneros lírico-coreográficos en “donde los tres elementos —música, canto y baile— forman una alianza original indisoluble de la cual se derivan otros rasgos”.

Así como la herencia africana en la cultura caribeña y de las costas continentales en donde llegó población negra se reconoce en la música por ritmos y las percusiones, así en el zapateado se conjuga el baile con la percusión: la tarima en la que resuena el zapateado puede considerarse un instrumento más que se une a la polirritmia del son huasteco.

No es suficiente bailar en el pationde se esté haciendo la fiesta de huapango: es necesario hacerlo sobre la caja de madera para que reverbere el sonido y se destaque, es crucial que retumbe.

Configuración tradicional de un trío de Son huasteco.