Solicitación (derecho canónico)

[2]​ Este mismo historiador cita el caso del cura párroco de Benigánim, en el Reino de Valencia, que en 1608 fue juzgado por haber solicitado a 29 mujeres, la mayoría solteras, «con palabras lascivas y amorosas para actos torpes y deshonestos».

El inquisidor Fernando de Valdés aceptó la idea e incluyó la solicitación como delito del que debe ocuparse la Inquisición en las Instrucciones de 1561 ―tras obtener la autorización del papa Pío IV―.

[4]​ Según Emilio La Parra (1949-) y María Ángeles Casado, en su libro La Inquisición en España: agonía y abolición (2013), el delito de solicitación «preocupó muchísimo a los inquisidores durante el siglo XVIII»,[4]​ lo que confirma Henry Kamen (1936-).

[5]​ Sin embargo, según Joseph Pérez, «los tribunales inquisitoriales se mostrarán muy indulgentes con los sacerdotes acusados de solicitación, ya que no desean dar demasiada publicidad a este tipo de delitos».

[6]​ Henry Kamen, por otro lado, afirma «que a menudo la culpa recaía sobre la penitente».

La confesión (c. 1750) de Pietro Longhi . El confesionario fue introducido por el concilio de Trento (siglo XVI ) para evitar el contacto físico entre el sacerdote y el penitente.