Expedición a Sicilia

Después de un cierto éxito inicial, esta expedición se convirtió en un desastre absoluto para las fuerzas atenienses.

Atenas envió a Segesta delegados para comprobar el tesoro de la ciudad y además recibir 60 talentos como adelanto.

En Siracusa no querían creer que esta expedición estuviese dirigida contra Sicilia.

El general siracusano Hermócrates sugirió que pidieran ayuda a otras ciudades sicilianas y a Cartago, también deseó encontrarse con la flota ateniense en el mar Jónico antes de que llegaran.

Al enterarse del engaño de Segesta, los atenienses deliberaron sobre el curso a seguir: Nicias sugirió hacer una demostración de fuerza y después volver a casa, mientras que Alcibíades dijo que debían fomentar revueltas contra Siracusa y después atacar a Siracusa y Selinunte.

La flota prosiguió hasta Catania, y estando allí llegó un buque correo de Atenas a buscar al general Alcibíades para que compareciera ante un tribunal en Atenas acusado de haber profanado un templo ateniense.

Alcibíades se embarcó de regreso, pero en el viaje huyó, refugiándose en Esparta.

En Atenas fue dictada una sentencia de muerte en ausencia, su culpabilidad estaba probada aparentemente.

Los atenienses formaron filas de ocho hombres en fondo con los argivos y los mantineos a la derecha, el resto de los aliados a la izquierda y los atenienses en el centro.

Los ateniense aún no tenían caballería, aunque el número de sus tropas era casi igual.

Después de una inesperada y fuerte resistencia, los argivos empujaron el ala izquierda siracusana provocando la huida del resto.

Tiempo después comenzó el invierno y los atenienses prefirieron regresar a Catania.

Además enviaron emisarios a Corinto y a Esparta pidiendo ayuda y emprendieron la tarea de amurallar el río Temerites para impedir que el enemigo construyera un muro de contravalación.

Los atenienses solicitaron que para la primavera se les enviara una fuerza de caballería.

En Corinto, representantes de Siracusa se reunieron con Alcibíades, quien estaba trabajando con Esparta.

Alcibíades informó a Esparta que habría una invasión del Peloponeso si Sicilia era conquistada y que, por lo tanto, debían acudir en auxilio de Siracusa y también fortificar Decelia, cerca de Atenas.

Cuando llegó Diomilo, seguido por Hermócrates, se libró un combate en que los siracusanos fueron obligados a retroceder hacia el interior de la ciudad.

Los siracusanos destruyeron 300 metros del muro ateniense, pero no pudieron derruir el Círculo, que fue defendido por Nicias.

Poco después de lo anterior, el general espartano Gilipo arribó con sus refuerzos a Léucade, una isla del mar Jónico y continuó hacia Locri en Calabria.

Gilipo avanzó hasta Siracusa tomando contacto con el ejército siracusano en Euríalo, que estaba desguarnecida.

La flota corintia también llegó al Gran Puerto, bajo el mando de Erasínides.

Que cada salida en búsqueda de combustible, forraje y agua significaba una batalla.

En julio del año 413 a. C. llegaron por fin los refuerzos atenienses al mando de Demóstenes y Eurimedonte.

Debido a la enfermedad de Nicias, la dirección del ejército atenienses la asumió Demóstenes.

La otra columna dirigida por Nicias, famélica y sedienta, logró llegar más lejos, hasta el río Asinaro.

Aproximadamente 9000 hoplitas habían fallecido, y aunque esto era un golpe, la auténtica preocupación era la pérdida de la enorme flota enviada a Sicilia.

Los trirremes podían ser reemplazados, pero los 25 000 marineros experimentados caídos en Sicilia eran irreemplazables, y Atenas tuvo que depender de esclavos mal preparados para formar la columna vertebral de su nueva flota.

Aunque las cosas parecían horrorosas para Atenas, fueron capaces de recuperarse en pocos años.

Mapa de la guerra del Peloponeso.
Posible trazado posible de las murallas de asedio. La información de Tucídides es inexacta, la situación exacta de las murallas no está clara.
Fin de la expedición ateniense.
Destrucción del ejército ateniense en Sicilia.