Sitio de Gijón (1394)

El rey, que se hallaba por entonces en León, furioso ante la arrogancia y desobediencia del conde de Noreña, fue a comulgar a la catedral de León, sobre cuyo altar mayor juró destruir tal rebeldía.

Refugiado en Gijón, plaza inexpugnable, reunió 100 hombres de armas, 400 escuderos y 100 ballesteros, fuerza más que suficiente para defenderse.

Entretanto, un bastardo del conde, llamado Fernando, rindió el castillo de San Martín.

Gijón, situada en una península fortificada y separada del continente por unos arenales cenagosos que se inundaban con las mareas altas, resultaba imposible de tomar.

Además, se decidió someter al arbitraje del rey Carlos VI de Francia si las reclamaciones de Alfonso Enríquez eran justas; en caso contrario, su patrimonio pasaría a los dominios realengos.