Las dos principales fuerzas que marcharon a Tierra Santa en respuesta al llamado del papa Eugenio III estaban dirigidas por Luis VII de Francia y Conrado III de Alemania.
Ambas marchas resultaron un desastre en su paso por Anatolia y terminaron muy mermadas.
Los cruzados decidieron atacar Damasco desde el oeste, donde los huertos les proporcionarían un suministro constante de alimento.
Nur al-Din llegó con refuerzos musulmanes y le cortó la ruta de los cruzados a su posición anterior.
Los señores locales cruzados se negaron a continuar con el asedio, y los tres reyes no tuvieron más remedio que abandonar la ciudad.