La guerra entre España y las Provincias Unidas (con el apoyo de Inglaterra) se prolongaría a lo largo del primer tercio del siglo XVII, provocando en ambos bandos un fuerte desgaste económico y humano.
Imposibilitados de zarpar debido a las condiciones climatológicas adversas, que duraron varias semanas, y tomando en cuenta los preparativos que los españoles habían hecho contra este plan, Federico Enrique decidió anular el ataque a Dunkerque y marchar con sus fuerzas hacia Breda.
El ejército holandés rodeó la ciudad con un sistema de trincheras, que les permitió avanzar encubiertamente hasta las puertas.
El 1 de septiembre, el foso había sido rellenado en dos lugares, pero la guarnición continuó resistiendo ferozmente, llevando el ataque a su fin.
Durante el asedio, la artillería holandesa disparó 23 000 proyectiles contra las fortificaciones de la ciudad.
Tras la conquista, Federico Enrique ordenó reparar y reforzar las fortificaciones de la ciudad para asegurarla frente a posibles ataques españoles.