Coincidiendo con el auge y dinamismo económico del emplazamiento, empezó a acuñar su propia moneda a mediados del siglo I a. C., con Julio César en el poder.
Anualmente se acuñaría moneda por valor de unos 3000 sestercios (12 000 ases aproximadamente).
Estas monedas se empleaban para transacciones locales, pero también llegaron a otros lugares de la península ibérica con los que Segóbriga mantenía buenas relaciones económicas, especialmente el Sureste hispano.
Están documentadas en Segóbriga monedas de Bilbilis (Calatayud); Turiaso (Tarazona); Celsa (Velilla de Ebro); Caesaraugusta (Zaragoza); Calagurris (Calahorra); Carthago Nova (Cartagena).
Comerciantes, viajeros y funcionarios recorrerían el territorio difundiendo monedas de unas ciudades a otras con sus transacciones, ya que se trataba de monedas de igual valor y así acababan entremezclándose gracias a la uniformidad del sistema monetario romano.