En Costa Rica, la batalla se recuerda principalmente por el episodio de la quema del mesón por Juan Santamaría.
Ante la amenaza que esto significaba para la integridad territorial costarricense, el presidente Juan Rafael Mora Porras había emitido dos proclamas entre noviembre de 1855 y marzo de 1856 advirtiendo del peligro filibustero y llamando a las armas al pueblo costarricense.
En esta batalla, el ejército costarricense propinó una contundente derrota a los filibusteros en tan solo 18 minutos, expulsándolos del territorio nacional hacia Nicaragua.
La marcha se llevó a cabo por caminos polvorientos, con escasez de agua.
Para ese día acampan en Ochomogo (Nicaragua), y es la primera vez que tienen noticias de la presencia del presidente costarricense Mora en Rivas.
El plan de ataque a la ciudad de Rivas se preparó a medianoche, en una reunión en la cual participaron el capitán Dewitt Clinton, general B. D. Fry, coronel Ed.
Este plan fue el siguiente: Los norteamericanos habían tomado todas las previsiones posibles y así lo relata el soldado norteamericano James Carson Jamison, Crónicas y Comentarios (1956, pág.
Después el coronel Sanders, en su incursión hacia la plaza por la parte norte, con sus cuatro compañías de rifleros y junto al general William Walker, que logran apropiarse de un pequeño cañón que protegía Mateo Marín, junto a cuatro hombres, a los cuales dan muerte, quedando Marín herido.
Mientras tanto el capitán Waters con sus hombres a caballo se apoderó del edificio de la iglesia desde cuyas torres disparaban intensamente.
Por otro lado, los capitanes Santiago Millet y Ramón Quirós se empeñaron en desalojar a una compañía enemiga al mando de Brewster que se encontraba bien protegida por una empalizada, no pudiendo concretar dicha misión.
184), retrata en alguna medida cuál era la situación que se vivía: Sin poder avanzar, las tropas de Walker deciden mantener sus posiciones; como era el caso del cabildo y su anexa que se encontraba al lado norte y la de la señora Abarca o del doctor Cole, como también se le conocía.
Posteriormente, el presidente Mora decide atacar las casas del lado sur de la plaza, encomendando tal misión al general José María Cañas.
Al caer Pacheco, llegó corriendo un nicaragüense que peleaba en las filas costarricenses, y arrebatando la tea de la manos del herido, la aplicó con decisión al edificio este soldado, cuyo nombre, según algunos, era el de Joaquín Rosales, cayendo mortalmente herido cuando las llamas comenzaron a propagarse, pero los filibusteros apagaron prontamente el incendio.
También se obtiene una idea, con el objeto de completar los acontecimientos en Obregón Loria (1991, pág.
Esta fuerza corrió la misma suerte, siendo totalmente desbaratada, regresando únicamente cuatro hombres al cuartel.
El capitán Granados cayó herido y fue rematado al tratar de levantarse.
El capitán Fernández resultó herido y fingiéndose muerto pudo salvar su vida.
126) hace sobre este militar: James Carson Jamison, “Crónicas y Comentarios” (1956, pág.