[2] Su hermandad es la Real y Venerable Cofradía del Señor de las Tribulaciones.
Es posible que la trajese el clérigo don Fernando de Fuentes, ya que fue quien la colocó en dicho hospital, donde ya se le profesaba gran veneración por parte de los enfermos.
Este sacerdote dejó la imagen bajo la custodia de don Francisco Tolosa, distinguido capitán que fue protagonista en la victoria frente al almirante Nelson.
Parece ser que las familias más pudientes reclamaban la presencia de la imagen en sus casas cuando les azotaba alguna enfermedad.
Así, se retiró la lámpara y, sin embargo, sucedió lo mismo por tercera vez, ya en presencia de más testigos".
Dado que además doña María Nicolasa acabó sanando, se llegó a denominar estos hechos como El Milagro del Sudor, por lo que su fama de prodigiosa creció enormemente.
[3] En el año 1802, el capitán Tolosa cedió la imagen al convento franciscano para que su creciente devoción pudiese ser disfrutada por la ciudadanía.
Es una imagen realizada enteramente en telas encoladas, hueca en su interior, con armazón de madera rectangular en la base.
[13] La imagen del Señor de las Tribulaciones es una representación del "Ecce Homo", es decir, Jesucristo flagelado, atado y con la corona de espinas, mientras el gobernador romano Poncio Pilato realiza la frase bíblica: "He aquí el hombre" (Juan 19:5).
Su advocación hace referencia al Salmo 80 del Antiguo Testamento: "En la tribulación me invocaste y te libré".
[16] En la actualidad sin embargo, se sabe que es una talla realizada en telas encoladas perteneciente posiblemente a la escuela sevillana, con influencias del arte italiano, ya que viene a representar el efectismo de las torturas físicas y el dolor.
Estas túnicas les son cambiadas varias veces al año, generalmente luce túnicas de color vino o rojas cuando se encuentra la imagen en su retablo durante todo el año y moradas (color penitencial), cuando se encuentra en su trono procesional en Semana Santa.
Durante la Semana Santa la imagen es colocada en un trono similar aunque este es de plata noble, con el sol de ráfagas del mismo material que rodea y enaltece a la talla.
Desde mediados del siglo XVI se recurrió en imaginería a técnicas que perseguían lo liviano, como el papelón o fibras vegetales, en oposición a los materiales pétreos o lígneos.
Todas estas esculturas ligeras tienen grandes ventajas como el bajo coste o la facilidad de transporte, pero el gran inconveniente es su enorme fragilidad al no ser macizas.
Sin embargo, algún autor ponía en duda dicho origen debido a que esas imágenes americanas poseen cierta rigidez compositiva que no estaba presente en el Señor de las Tribulaciones: "exquisito semblante que parece haber salido de la gubia de un gran maestro del barroco más intenso y dramático".
[18] Por tanto, se apuntaba también a algún taller peninsular, probablemente andaluz, pudiéndose datar la obra por su aspecto estilístico entre finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII.
Está completamente hueca en el interior, salvo un armazón de madera con función estructural.
En este segundo caso hay, a su vez, dos opciones: el molde en positivo o en negativo.
[20] Este segundo es el más habitual y resumidamente el proceso es el siguiente: una vez realizado un modelado primigenio (habitualmente de barro), a esta escultura se le realiza un molde mediante su cubrición con algún material conglomerante pastoso tipo yeso que, una vez solidificado y retirado de la imagen inicial, queda igual que la escultura original pero de forma invertida (molde negativo o convexo de yeso solidificado).