Afortunadamente, no se derribó la hermosa torre del convento, que hoy es el acceso principal de dicho tribunal.
Posee tres naves, así como un importante pórtico barroco con dos columnas salomónicas esculpidas en piedra canaria y de una sola pieza.
Estas tres cornisas unen curvas cóncavas y convexas, algo plenamente barroco, siendo la más elaborada la de la nave central, en remate mixtilíneo.
Además, por fuera del cordón, en ambos extremos laterales, aparecen dos figurillas humanas, cuya simbología aún no se ha descifrado.
El anónimo autor canario utilizó con probabilidad una estampa del cuadro de Valdés Leal pero simplificándola, al eliminar otros personajes.
Respecto al belén del interior, aunque es una composición de carácter popular, sigue los modelos napolitanos muy difundidos en España durante la citada centuria.
Tras las restauraciones del siglo XX, se cambió el suelo de la iglesia desapareciendo las posibles lápidas existentes, excepto una, que fue colocada en pared por su relevancia artística.
Sin embargo, una y otra vez falseó sus verdaderos orígenes, cambiándolo por Nápoles, probablemente para poder ascender en su carrera militar.
Aunque la devoción actual que se le profesa es inferior a otras imágenes, es la Patrona de la capital tinerfeña.
Todos los elementos de este retablo, incluso imágenes y lienzos, están datados aproximadamente en la primera mitad del siglo XVIII.
El santo, pese a todo, es delicado y bello, tal vez por la limpieza de mirada con la que le dotó su anónimo autor".
Sobre columna abalaustrada, se presenta la tribuna, en forma de copa octogonal, algo no habitual porque lo frecuente es que sea como máximo hexagonal.
Es así que esta mezcla de influencias (mudéjar, portuguesa, italiana) desemboca en algo con características propias del arte canario.
En consecuencia, se podría decir que estas techumbres santacruceras son la gran aportación de esta ciudad al arte sacro canario.
Su impulso fue probablemente debido al obispo Conejero de Molina, ya que justo residía en el convento en esa época.
Supuestamente, todas las figuras que rodean al almizate en los ocho faldones (dos grandes laterales y seis pequeños en los frentes) deberían tener relación con la representación mariana central.
Sin embargo, este artesonado, a diferencia del existente en la capilla anexa de la V.O.T., no ha sido aún estudiado con profundidad en su programación iconográfica.
En los tres faldones pequeños cerca del arco toral, se representan a San Pedro Alcántara (encabezando), flanqueado por San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, que se nos presentan en forma de pendant, ya que son dos figura prácticamente gemelas y las únicas del conjunto que figuran con alas angelicales (se les dio el título de santos "seráfico" y "angélico" respectivamente).
Entre columnas, cornisas, balaustres y simulación de carácter vegetal, se enmarcan por una parte dos grandes lienzos al óleo, situados uno a cada lado, que representan a los obispos García Ximénez y Conejero de Molina, lienzos que se analizan en el apartado siguiente.
Debajo de la escena anterior hallamos a otros dos personajes del Antiguo Testamento, David y Ajimelec.
La calle central, mucho más ancha que las laterales, facilita un gran desarrollo de la hornacina principal, rematada por un arco trilobulado.
En su entorno permanecen restos de la pintura mural que cubría todas las paredes, en este caso, falsas arquitecturas (columnas, entablamento, remates, una ventana, etc.).
Resulta sorprendente porque el santo aparece con una clara apariencia andrógina, algo nada habitual, habiendo que retrotraerse al San Juan Bautista del genio Leonardo.
Respecto a las imágenes, el retablo está presidido por un bellísimo San José, imagen de vestir del siglo XVIII importada desde Cuba.
Quince años más tarde hubo un litigio entre el por entonces Cónsul con comerciantes franceses residentes en la isla, puesto que estos alegaban derechos sobre la capilla.
También hay paralelismo entre las dos capillas en el artesonado, ambos de estilo mudéjar y policromados, en este caso imitando jaspes, pero prácticamente se ha perdido la pintura.
Las equivocadas intervenciones posteriores han ocultado su verdadera identidad estética y sólo una profunda restauración podrá devolverle su originalidad.
Este sacerdote dejó la imagen bajo la custodia de don Francisco Tolosa, distinguido capitán que fue protagonista en la victoria frente al almirante Nelson.
[56] En el año 1802, se cedió al convento franciscano para que su creciente devoción pudiese ser disfrutada por la ciudadanía.
En el terreno escultórico, hay que tomar como referencia al importante imaginero Manuel Pereira (1588-1683), de origen portugués pero adscrito a la escuela naturalista barroca madrileña.