Se guardan registros de que los romanos tenían campanas en las casas para marcar las horas y hacían sonar una campana para avisar a la gente en momentos determinados, como por ejemplo para anunciar que había llegado la hora establecida para la apertura de los baños públicos.
[2] Los actos religiosos eran un caso particular aunque bastante importante a partir de la Edad Media.
El momento en que hicieron más falta las "señales de tiempo" públicas fue para su uso en la navegación.
Sandford Fleming propuso un reloj de 24 horas para el mundo entero.
Sugirió que se podía usar una zona horaria local, repartida en franjas alrededor del mundo, pero quedando subordinadas a esta hora mundial.
[6] La puesta en marcha de este conocido sistema de marcar la hora mediante seis pitidos surgió por iniciativa del astrónomo británico Frank Watson Dyson (1868-1939).