[1] Un número promedio de miofibrillas altamente empaquetadas forman una fibra muscular (miocito).Las fibras musculares individuales son sincitios muy grandes, que pueden tener hasta varios centímetros de longitud.En los sarcómeros, los filamentos contráctiles de actina y miosina se integran en un orden paracristalino por la acción de proteínas citoesqueléticas accesorias, formando lo que a menudo se denomina el «citoesqueleto sarcomérico».[4] El sarcómero es un conjunto multiproteico (supra-macromolecular) altamente ordenado, de los más grandes conocidos en biología.La microscopía confocal mediante la inmuno-histoquímica y la inmuno-fluorescencia permite visualizar la ubicación de una molécula proteica específica en el límite de un sarcómero (disco Z) para determinar su longitud o para ubicar su centro (línea M).El sarcómero aparece con varias regiones densas diferentes, cada área resulta compuesta de muchos miofilamentos conectados con las áreas periféricas (los discos Z), o dentro de la región central (la banda M), que divide en dos mitades especulares la estructura sarcomérica.Esta última es una proteína elástica (la más grande del organismo), y posee dos funciones: En la banda A del sarcómero se encuentran los filamentos de miosina (filamento grueso), responsables de la contracción muscular.Estas forman una red intrincada con otras proteínas α-actinin, titin, nebulin y myotilin.Sin embargo, la evidencia aún cuestiona la posibilidad de que las proteínas funcionen como plantillas, o andamios.[12] Los filamentos intermedios sirven como andamiaje que conecta el sarcómero con las mitocondrias o el núcleo, para mantener la integridad celular y para contribuir a la transducción mecánica.La titina ensambla el citoesqueleto sarcomérico, estas numerosas interacciones también coordinan los dominios de señalización y las enzimas metabólicas.Durante la contracción del músculo desaparece la Zona H y se comprime la Banda I.