En ese momento la disentería se extendió entre los franceses, que rodeados, sin abastecimientos y enfermos, tuvieron que retirarse, siendo derrotados en la batalla del collado de los Panissars.
Incapaces de mantenerlas por falta de suministros, los franceses rindieron todas las villas que aún tenían en el Ampurdán y Gerona, pero los franceses aún controlaban el Rosellón.
Pedro el Grande envió una flota contra su hermano Jaime II de Mallorca, al que le confiscó el reino, pero murió pocos días después en Vilafranca.
Roger de Lauria se dirigió a Aguas Muertas, Leucate y Narbona, y en las tres ciudades capturó numerosas galeras, otros buques y bienes diversos que fueron enviadas a Barcelona.
Después de atacar Narbona, el almirante se dirigió a Barcelona para rendir homenaje a Pedro el Grande y entregarle los botines.