En general, según la tradición[3][4][5], un hombre llamado Domingo Barahona había venido desde Guápulo y adquirió unos terrenos en el lugar donde ahora se asienta el santuario y que originalmente le pertenecieron a la familia Rovayo.
Al notar la escasa vegetación en dichos terrenos, Barahona trajo algunos árboles de quishuar o kishwar desde las faldas del Iliniza.
Tiempo después, sospechando que el más grande y frondoso de estos árboles era utilizado como refugio por los cuatreros, decidió derribarlo a hachazos.
Al cortar la primera rama, en ese mismo punto del árbol, descubrió una figura tallada de Cristo crucificado.
Como se refleja en la entrevista recogida en el libro de Hidalgo Alzamora[6]:Hay muchísima gente de todas partes con la devoción al Señor, se paran aquí: que le ha pasado esto, que le ha pasado este otro [...].