Una sorpresa sobre Huesca le proporcionó los pertrechos de que carecía, y el 26 de marzo de 1823 cayó sobre una columna constitucional en Larrasoaña, infligiéndola una dura derrota y obligando a sus restos a refugiarse en Pamplona, cuyo asedio inició poco más tarde.
Al producirse la intervención francesa unió sus tropas a las del general conde de Molitor, formando su vanguardia, y haciendo con él casi toda la campaña, lo que no le impidió batir en mayo a tropas constitucionales muy superiores en Tamarite (Huesca).
Consiguió huir en dirección a Navarra, por el camino se entrevistó con Jerónimo Merino y entró por la Sierra de la Demanda en La Rioja.
Con esta exigua tropa se enfrentó a la columna de ejército regular que había salido de Pamplona a las órdenes del brigadier Manuel Lorenzo para capturarlo.
Se encontraron en la Batalla de Los Arcos, fue derrotado y hecho preso.