En la práctica la rebelión, que no tuvo el apoyo del ejército, empezó el día 2 en Talavera de la Reina cuando los voluntarios realistas locales proclamaron a Carlos rey de España e iniciaron una serie de insurrecciones de guerrilleros, exmilitares y voluntarios y asumieron en muchos casos el control del gobierno municipal, en general con poco éxito, excepto en el País Vasco, Navarra y Logroño, pero sin llegar a controlar más que por poco tiempo las ciudades de estos territorios,[1] y la guerra empezó el 6 de octubre cuando el general Santos Ladrón de Cegama tomó Logroño, pasando por Navarra para unirse con los sublevados[2] mientras una columna comandada por Manuel Lorenzo salió en su persecución.
[3] El 11 de octubre los dos ejércitos se encontraron en Los Arcos y después de capturar el puente, los liberales cortaron la posibilidad de que fueran flanqueados, y los carlistas se replegaron en el pueblo; finalmente huyeron en desorden mientras Santos Ladrón de Cegama y unos pocos hombres cargaba sobre los liberales y fue capturado.
[4] Santos Ladrón de Cegama fue fusilado en Pamplona a los pocos días, siendo sustituido al mando carlista por Francisco Iturralde,[5] pero la presencia carlista quedó debilitada con la campaña del liberal Pedro Sarsfield[6] y la derrota de la columna carlista que intentaba tomar Santander en la batalla de Vargas.
[7] En Cataluña, la rebelión de Josep Galcerán en Prats de Llusanés del 5 de octubre fue sofocada por el capitán general Manuel Llauder.
[8] Tomás de Zumalacárregui asumió el liderazgo de la dirección de los contingentes navarros el 15 de noviembre, y de las tres provincias vascas tres semanas después, con lo que reactivó la rebelión en el norte, organizó el ejército carlista, se unieron los batallones de Álava y Navarra y a pesar de la carencia de munición los hizo entrar en combate.