El municipio de Samaná pertenece políticamente al Magdalena Caldense, aunque culturalmente es más próximo a la región paisa.
Hoy en día se está impulsando el ecoturismo como medio de desarrollo ecológico y económico.
Además de su cabecera municipal, Samaná tiene bajo su jurisdicción los siguientes centros poblados: Samana está delimitada por los siguientes municipios: Los indígenas que ocuparon esta región fueron denominados por Fray Pedro de Aguado como Pantágoras.
Ya vimos cómo se produjo la avanzada conquistadora en estos territorios bajo el dominio español, nos detuvimos en el análisis de las costumbres de los aborígenes que habitaron esta zona, hicimos un recuento sociológico sobre lo que representó la colonización antioqueña.
Cerca de un lugar conocido como Tasajo, donde había varios ranchos construidos con palmicho, se encontraron con varios mineros que, enfrentados a la corriente del agua, sacaban del fondo de los ríos oro en pequeñas cantidades.
Impresionados por la fertilidad de las tierras y, sobre todo, por la cantidad de oro que se advertía en los ríos, Miguel Murillo y sus hijos se regresaron a Pensilvania para entusiasmar a otros colonos sobre las posibilidades económicas que ofrecía la región.
Días después llegaron Policarpo Carvajal, Cipriano Herrera Rivas, Clemente Gil, José María Betancur y Alejandro Ramírez.
Los autores de la “Monografía de Samaná” sostienen que a la idea se sumaron los señores Raimundo Arias, Pedro Pablo Carvajal, Manuel Ospina, Aldemar Zuluaga, Clemente López, Avelino Herrera, Manuel Antonio Arango, Jesús Herrera, Joaquín Patiño, Matías Londoño, Evangelista Ríos, Pedro Pablo Ocampo y Jesús María Pamplona.
Sin embargo, a estos nombres no hace mención el Hermano Florencio Rafael en su libro.
Para tal efecto comisionaron al mismo señor Miguel Murillo quien inmediatamente se desplazó para cumplir el encargo.
Sobre la forma como avanzan los colonizadores hacia las montañas de Samaná, a veces atravesando peligrosamente los ríos, el Hermano Florencio Rafael hace este emocionado relato: “Otras brigadas más frescas, más jóvenes, ocupan la vanguardia.
Machete en mano, descienden imperterritos por terrenos abismales hacia los ríos Dulce, Samaná, el Tenerife, La Miel”.
Aquí el religioso que en su libro aporta valiosos datos para la historia del municipio habla sobre la forma cómo se presentaban las expediciones colonizadoras, sometiendo la vegetación a la voluntad del hombre que va desbrozando los caminos para avanzar en su búsqueda de un espacio nuevo para los suyos, donde pueda plantar su pie para producir riqueza.
Aunque como corregimiento San Agustín pertenecía a Pensilvania, no se ha encontrado un documento que hable sobre su constitución.
Es decir, no se sabe con certeza si al fin Pensilvania acogió la idea de erigirlo corregimiento.
Sin embargo, se puede pensar que no quedó documento escrito sobre este hecho.
Como las olas migratorias se habían detenido en las tierras cálidas bañadas por los ríos Magdalena, Pontoná, Doña Juana, Gualí y Guarinó el ascenso hasta San Agustín estaba tardando.
En el libro “Colonización, fundaciones y conflictos agrarios” Albeiro Valencia Llano dice: “Para tener derecho al subsidio el colono debía firmar un documento respaldado por dos fiadores donde éstos se obligan a pagar al tesoro público las sumas que se entregan al beneficiario cuando éste deje de cumplir con la obligación de colonizar y de permanecer en la parcela”.
Como fueron ellos los fundadores, las primeras familias en establecerse en el corregimiento, lo más probable es que sus viviendas fueron levantadas en la zona acordada para construir la plaza principal.
Ese mismo día en que fue aprobada la erección fue levantada una modesta capilla cubierta de palmicho para realizar los oficios religiosos.
En el capítulo donde abordemos la historia de la parroquia podremos establecer qué sacerdote celebró allí la primera misa.
Este había realizado, por su propia cuenta, varios empadronamientos para establecer cuántas familias habitaban la región.
Era común ver por esos contornos gentes revolviendo arena, revolcando piedras, desviando porciones de ríos, subiendo y bajando la corriente.
De un lado, sugerían que se les reconociera como propios algunos terrenos pertenecientes a Pensilvania.
Gobernador, para apoyar medida, estima suficientes las pruebas que arroja la documentación, más, como Sonsón debe suministrar territorio para la nueva entidad, desearía el Magistrado oír el informe de esa corporación sobre la necesidad y la conveniencia de lo que se proyecta”.
Más adelante el documento les informaba sobre los límites de los terrenos pertenecientes al municipio de Sonsón propuestos para el nuevo Distrito, que habían sido acordados de la siguiente forma: “Del punto donde se une el río Tenerife con La Miel, por aquel aguas arriba a su nacimiento; de allí a la cordillera; por ésta al nacimiento del río San Antonio; éste aguas arriba hasta su confluencia con el río Moro; éste aguas abajo a La Miel; y éste aguas arriba a la confluencia del Tenerife, primer lindero”.
Los escogidos fueron personas de excelsas cualidades que en todo momento habían demostrado su compromiso con el progreso del corregimiento.
El Hermano Florencio Rafael, varias veces citado aquí, no culpa del hecho a los fundadores.
De todas formas, ésta fue una experiencia que les serviría para diez años más tarde lograr su erección definitiva como tal.
Como primer corregidor en esta nueva etapa de su vida administrativa fue nombrado el señor Pedro Olimpo Carvajal.