Sōhei

Los guerreros protegían las tierras e intimidaban a las escuelas rivales del budismo, convirtiéndose, pues, en un factor significativo en la difusión del budismo y en el desarrollo de diferentes escuelas durante el período Kamakura.

Los monjes guerreros aparecieron por primera vez durante el período Heian,[3]​ cuando iniciaron amargas disputas políticas entre diferentes templos y diferentes subsecciones del Budismo, debido a los nombramientos imperiales para los puestos más altos de los templos (como el de abad, o zasu).

Las protestas de este tipo continuaron durante el siglo X, a menudo estallando en reyertas en las que algunos participantes resultaron asesinados.

No es claro del todo si este ejército permanente estaba conformado por monjes del Enryaku-ji, o si eran mercenarios, ya que Ryōgen, el abad que estableció este ejército, también estableció un código de conducta monástica que impedía a los monjes abandonar el Monte Hiei durante su largo entrenamiento de doce años, así como cubrirse la cara y portar armas.

A fines del siglo XII, Japón se sumergió en las Guerras Genpei y, aunque las disputas entre los templos no terminaron, quedaron subsumidas por eventos más importantes.

Después de las guerras Genpei, los monasterios, en su mayoría, centraron su atención en la reconstrucción, primero física y luego políticamente.

Durante las guerras del período Nanboku-chō, el Monte Hiei acogió al rebelde emperador Go-Daigo y le ofreció refugio.

Finalmente quemó todos los templos de Nichiren en Kioto y luego buscó a aliados entre los señores locales o daimyō.

Lamentablemente para ellos, los clanes Azai y Asakura con que se aliaron eran enemigos de Oda Nobunaga.

Dos años más tarde, Nobunaga regresó a la Ishiyama Hongan-ji, que él no había podido tomar antes.

Lideró la defensa de un puente blandiendo su naginata con tal maestría, que las flechas del enemigo rebotaban sin hacerle el menor daño.

Los monjes guerreros eran famosos por su dominio con las armas de fuego, en concreto la secta Negoroji y los Ikko-Ikki.

Para alcanzar este fin, los monjes se sometían al "Kaihogyo", una atroz prueba de resistencia física en la que tenían que recorrer 30 km por día a pie, durante 100 días seguidos, a lo largo de cinco años consecutivos.

como vestimenta, los monjes solían llevar una serie de kimonos, generalmente blanco debajo y violeta en la parte superior; Este estilo ha cambiado muy poco desde la introducción del budismo en el siglo VII.

El calzado tradicional consistía en zuecos de madera o sandalias.Los monjes guerreros a menudo solían llevar un gran pañuelo blanco para cubrirse la cabeza.

Fotografía de finales del siglo XIX de un sōhei , totalmente vestido con sus ropas clericales sobre la armadura , su cabeza está cubierta con un sagrado Kesa y armado con una naginata y un tachi , a veces es confundido con un yamabushi .