Rufino de Aquilea

En 380, encuentra a Melania en Jerusalén e ingresa en el monasterio del Monte Olivete.En la primera, no dudó presentar a Jerónimo como seguidor y admirador del alejandrino.El papa Anastasio (398-401) pidió cuentas a Rufino sobre el apoyo que prestaba a la doctrina de Orígenes, para lo cual le envió Rufino su obra Apología ad Anastasium Romanae urbis episcopum.[3]​ También tradujo las Sentencias de Sexto, que comprenden 451 proverbios y, finalmente, la Historia Monachorum.Justamente en defensa de las acusaciones del origenismo que le fueron dirigidas, escribe las Apologías mencionadas más arriba.Con sus traducciones, Rufino no solamente ofreció al mundo occidental una importante contribución para la formación cristiana y para el desarrollo de los intereses ascéticos de sus contemporáneos, sino que también influenció la cultura y la teología medieval.
Apologia in Hieronymum