El padre de Melania observó todo con gran desilusión, pero en su lecho de muerte cinco años después, pidió perdón a Melania por impedir su vocación al celibato y le legó todos sus bienes.
Atraídos por su fama, muchos jóvenes se reunieron a su alrededor, fundando centros de vida monástica.
En 417 Melania decidió ir a Jerusalén con su marido y su madre, donde viviría veintidós años.
En Belén conoció a Jerónimo de Estridón, convirtiéndose en un fiel amigo y colaborador.
Su monasterio entró en el Leccionario de Jerusalén como estación litúrgica, pero fue destruido en 614 durante las invasiones persas.