Tomando al polo norte como punto de vista, la Tierra gira en sentido antihorario.
Un giro completo en relación con una estrella fija dura exactamente 23 horas, 56 minutos y 4 segundos.
Como resulta obvio, no se puede ajustar la duración del movimiento de rotación terrestre al reloj atómico (que, como hemos dicho, no depende de la duración de esa rotación) sino al contrario: cuando la hora marcada por un reloj atómico marca un segundo más que el movimiento de rotación terrestre como ha sucedido al iniciarse el año 2017, se suprime dicho segundo en la medición precisa del movimiento de rotación terrestre.
[2][3] Las fluctuaciones aleatorias debidas al acoplamiento núcleo-manto tienen una amplitud de aproximadamente 5 ms.
El día solar medio en segundos SI está disponible del IERS para los períodos 1623-2005[9] y 1962-2005.
La rotación terrestre crea una fuerza centrífuga que tiene su valor máximo en el ecuador, dando como resultado el abombamiento ecuatorial de nuestro planeta (geosfera, hidrósfera y sobre todo, atmósfera).
Este efecto consiste en la existencia de una aceleración relativa del cuerpo en dicho sistema en rotación.
Esta aceleración es siempre perpendicular al eje de rotación del sistema y a las componentes radial y tangencial de la velocidad del cuerpo.