Las primeras noticias sobre su persona son su asistencia a la Universidad de París, en la que tras doctorarse en artes fue profesor de lógica y gramática.
[2] En 1270 murió el arzobispo de Canterbury Bonifacio de Saboya y el capítulo catedralicio eligió como sucesor a su prior Adam de Chillenden, pero el rey Enrique III nombró para tal puesto al canciller Robert Burnell; la disputa se resolvió dos años después cuando el papa Gregorio X puso a Kilwardby al frente de la archidiócesis.
Al partir de Canterbury en dirección a Viterbo, donde se hallaba la corte papal, se llevó consigo los documentos del archivo catedralicio y 5.000 marcos supuestamente destinados a la construcción del monasterio de dominicos de Londres.
Murió al año siguiente entre sospechas de envenenamiento.
[4] Dejó escritos varios tratados sobre filosofía y teología, sermones y comentarios a las sagradas escrituras.