Fue precedido como arzobispo por Federico II de Berg y sucedido por Felipe I von Heinsberg.
Dio la orden para construir el primer puente de piedra sobre el río Innerste en Hildesheim.
Aunque no deseaba la completa ruptura entre Roma y Alemania, y respetaba, como hombre del medievo, a la Iglesia, su temperamento llevó al emperador mucho más lejos de lo que éste hubiera querido o de lo que hubiera sido conveniente dadas las circunstancias.
En enero de 1159, Reinaldo entró en Milán conquistada pacíficamente el año anterior, pero fue expulsado y casi asesinado por sus habitantes.
El emperador Barbarroja sitió nuevamente la ciudad, lo que terminaría con la total destrucción de la misma en 1162.