Con el paso del tiempo, al perder esta ciudad su condición capitalina en la práctica, y convertirse en una verdadera expedición militar la llegada del Emperador a Italia, se eligió Roncaglia como lugar idóneo para reunirse el Emperador con los representantes de las ciudades italianas, y resolver los asuntos que afectaban a ambas partes.
Roncaglia reunía las condiciones apropiadas de comunicaciones, fácil acceso y espacio para acampar el ejército imperial.
Teóricamente, la Dieta de 1158 significaba un rotundo triunfo del Imperio, que se basaba en el Derecho romano, frente al particularismo germánico.
Poco tiempo después, en 1159, Federico I convocaba en Roncaglia una nueva Dieta, en un intento desesperado de evitar la guerra con las comunas italianas.
Esta fue en realidad la última Dieta imperial de Roncaglia, ya que excepto Enrique VI, en 1194, ningún Emperador volvió a pasar por dicha localidad.