Las elecciones federales de 1988 fueron las primeras que se efectuaron con dicho sistema.
Las elecciones federales de 1991 fueron las primeras que se hicieron bajo supervisión del IFE.
En el gobierno de Ernesto Zedillo se publicó la reforma política-electoral de 1996, en la que convirtió al IFE como un órgano constitucional autónomo y que no tuviera ninguna relación con el poder ejecutivo federal.
Se crearon dos fiscalías especializadas nuevas: en combate a la corrupción y en delitos electorales.
[15] Se cambió el porcentaje mínimo obligatorio que deba tener un partido político en la elección inmediata anterior a 3 %.
Eso desencadenó que se redujera el tiempo de transición entre el gobierno entrante y saliente,[17] lo que significó una reducción del mandato presidencial de seis años a cinco años con diez meses al presidente electo en las elecciones federales de 2018, Andrés Manuel López Obrador.
Se basa en que para crear un nuevo partido político se tiene un año para recabar firmas equivalentes al 0.26% del padrón electoral, mientras que los ciudadanos que quieran postularse para presidente requieren el 1% en un plazo de cuatro meses y para senador o diputado federal el 2% en un plazo de tres y dos meses, respectivamente.
[19] También señaló Animal Político aspectos positivos y negativos en materia electoral.
[19] Entre los negativos está: la cantidad excesiva de nuevas atribuciones del INE puede saturar su trabajo y hacerlo ineficiente; la facultad del INE de nombrar y remover a los consejeros locales de los OPLE hace que su designación se produzca dentro del INE y ya no en los sistemas estatales, lo que podría politizar la institución; el hecho de que el INE puede suplantar a las autoridades locales para la realización de una elección en el caso de injerencia del gobierno del estado podría provocar que las fuerzas políticas de oposición del partido gobernante del estado pueda promover que exista injerencia.