Este rey la regala a su esposa la reina María Cristina de Borbón.
Muerto Fernando VII, la ya conocida como reina gobernadora María Cristina continuó utilizando la finca para su recreo.
La finca contaba como empleados por entonces un conserje, un portero y un guarda, aunque solamente residían de forma regular en la quinta, los dos últimos.
[3][15][16] Antes de 1845, la reina María Cristina dona la propiedad a su hija segundogénita, la infanta Luisa Fernanda.
[18] En 1855 la finca fue vendida al banquero don José Ojesto Puerto (1801-1871) y después vendida al marido de su hija Feliciana, Agustín Díaz Agüero, II conde de Malladas.
La casa-palacio contaba con una fachada principal al sur de longitud igual a unas 96 varas, lo que supone unos ochenta metros.
La fachada estaba rematada en sus ángulos por columnas decoradas con motivos vegetales de filiación imperio.
En las cercanías de este edificio se situaba una moderna cabreriza para alojar hasta 500 cabras, también en las cercanías existía otra construcción destinada al ganado vacuno, capaz de albergar hasta 90 reses.
[Nota 2][3][5][44] La posesión contó también con un canal formado con agua proveniente del cercano río Eresma.
[5] El terreno cuenta con importantes ejemplares de olmos blancos (Ulmus laevis Pallas).