Correa decidió en 1829 montar su propia fábrica, por lo que la dirección de Sargadelos recayó en esa fecha en Hilario Marcos.
Durante este tiempo murió prematuramente José Ibáñez y su viuda debió ponerse al frente, ya que su hijo era menor; debido a la débil situación económica de la empresa tuvo que arrendarla en 1845.
En el último tercio del siglo XX resurgió la manufactura de cerámica en Sargadelos, ocupando edificios nuevos y respetando las ruinas antiguas como conjunto Histórico–Artístico, nombramiento que le fue dado en 1972 Ibáñez contó en primer lugar con la materia prima necesaria que se encontraba además muy cercana: arcillas, caolines, leña, cursos de agua.
Tenía además muy próximo el puerto de San Ciprián para enviar desde allí los productos a lugares lejanos, imitando así la iniciativa inglesa.
Tras la cocción el color resulta blanco y es entonces cuando se le aplica un barniz de plomo.
Sobre esta pasta se superpone el estampado cuya técnica habían perfeccionado en 1761 John Sadler y Guy Green, en la fábrica de Liverpool.
El primer director, Juan Antonio Pérez estuvo al frente de la fábrica un año.
Los botes de farmacia estaban decorados con relieves y tenían un pequeño estrechamiento en el centro.
Cuando José Ibáñez murió en 1836 quedó al frente del negocio su viuda Anita Varela.
Fue época de ampliaciones con nuevos hornos y molinos; incluso se construyó una nave para estampados.
La decoración más frecuente en esta época en Sagardelos fue la llamada de «góndola», que consiste en un dibujo paisajístico, en el que el primer término está formado por una balaustrada con un gran jarrón, tras el que se ve un río con una góndola; el fondo está compuesto por unas colinas con arquitecturas y árboles; otras decoraciones presentaban cisnes, pavos reales, o temas chinescos.
Los temas más numerosos en este caso, fueron los florales en rojo, verde, amarillo y azul.
Consistía en manipular la plancha del estampado para que el dibujo quedase ligeramente corrido o desenfocado, dando así un aspecto enigmático.
Otras obras eran pequeñas pilas para el agua bendita, tinteros o centros de mesa.
En 1870 volvió a abrir la fábrica Carlos Ibáñez Varela, ingeniero de minas y nieto del fundador, pero a los cinco años se cerró definitivamente y sus instalaciones fueron desmanteladas hasta tal punto que no dejaron rastro.
Sus vajillas tuvieron una gran demanda, no solo en Galicia sino en el resto del país, creciendo así la producción y el número de trabajadores.
En pleno apogeo de producción, en 1955 Díaz Pardo hizo un viaje a Argentina donde se encontraba un grupo de artistas e intelectuales españoles exiliados: Luis Seoane, Andrés Albalat (arquitecto) y Fernando Arranz entre otros.
Personajes del Medioevo como el maestro Mateo, el obispo Gelmírez o la popular heroína, María Pita.
Para la difusión de la cerámica existen las Galerías Sargadelos distribuidas por toda Galicia, Madrid y Barcelona.