Dadas estas reformas, la industria interna de la Nueva España se vio afectada.
Según el historiador Enrique Florescano, especialista en el tema, el proceso de monopolización fue lento y difícil debido a la oposición que representaban los afectados.
Posteriormente se crearon estas fábricas en Oaxaca (1769), Guadalajara (1778), Querétaro (1779), Veracruz (1790), Puebla (1793) y en Orizaba (1797).
[2] Esta medida se realizó con el propósito de transferir las utilidades que lograban ganar los cigarreros particulares -que compraban tabaco en los almacenes del estanco, lo labraban y lo vendían por su cuenta- a la Real Hacienda.
[3] Puesto que esta ganancia representaba un tercio del total obtenido por el comercio de tabaco en rama.
[4] Con la implantación de las fábricas, la organización del trabajo para cigarreros y pureros, sufrió grandes transformaciones.
Sin embargo, a pesar de la oposición, la corona no anuló esta medida, dado que les retribuía utilidades líquidas.