La primera iglesia se erigió en 1156 gracias a Ramón Berenguer IV y casi un siglo después, en 1249, se construyó otra nueva de estilo mudéjar por orden de Jaime I.
La nobleza aragonesa, no conforme con tan extraño testamento, designó como sucesor a D. Ramiro, monje benedictino obispo de Roda, y hermano del monarca fallecido.
Sobre el crucero se alza una cúpula de gran tamaño sobre pechinas, con tambor y linterna.
En las pechinas se aprecia la cruz del santo sepulcro y el tambor cuenta con 8 ventanas y otras tantas hornacinas donde se alojan esculturas de ángeles con los atributos de la pasión.
La parte del claustro que queda adosada al convento aún conserva restos de decoración puntada.
Sobre la planta baja se levanta una segunda, abierta en arcos apuntados, correspondiendo tres por cada vano inferior, y rematada por alero en saledizo de ladrillo.