Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén

En España, también obtuvo protagonismo al intervenir en numerosas batallas de la Reconquista contra los musulmanes.En 1868 el papa Pío IX le confirió unos nuevos estatutos, mediante la bula "Cum multa".Actualmente subsiste dedicada al sostenimiento del Patriarcado Latino de Jerusalén y sus fieles.Llevada por su devoción al Santo Sepulcro, viajó a Jerusalén en busca de su ubicación, que le sería descubierta por un piadoso judío llamado Quirino.Que los clérigos empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados, chocaba con los cánones religiosos.Aunque la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa fuera justa y lícita, se prohibía absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión, matar a otro hombre con las armas, siquiera fuera un musulmán y en legítima defensa.Según el Conde Alphonse Couret, la Orden del Santo Sepulcro nace espontáneamente tras la conquista de Jerusalén por los cruzados en el año 1099, con la masacre cometida por los cristianos fanáticos, los cruzados, contra hombres, mujeres y niños musulmanes y judíos que vivían en Jerusalén impulsada por la devoción de los cruzados al Santo Sepulcro.Era preciso suplir la insuficiencia de los ejércitos cristianos, y establecer una milicia permanente formada por caballeros escogidos que protegiera Jerusalén, en especial el Santo Sepulcro.La tregua con los sarracenos permitió reanudar los cruzamientos ante el Santo Sepulcro, aunque ya sin la solemnidad de antaño, sino en silencio y en la intimidad, para evitar llamar innecesariamente la atención en una ciudad controlada por los infieles.Acabada la tregua, deberán abandonar la Jerusalén ocupada y regresar a sus lugares de origen en Europa, surgiendo así los llamados Caballeros Peregrinos.Tenemos testimonios de peregrinos cristianos llegados a Jerusalén, bajo la tolerancia de los gobernantes islámicos, que allí se cruzaban caballeros del Santo Sepulcro, surgiendo así los llamados Caballeros Peregrinos.El pontífice se declaró él mismo y sus sucesores gran maestre de la Orden, y facultó al guardián del Santo Sepulcro, como vicario apostólico en Tierra Santa que era, para conferir la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje.Se lograba así la supervivencia de la Orden, aunque no se consiguió que los hospitalarios le devolvieran sus antiguos bienes en los territorios en que los habían usurpado, como Castilla, Portugal e Italia.Actualmente, nos encontramos en la cuarta fase, que se inició en 1847 y llega hasta nuestros días.En dicha fecha se firmó el Concordato entre la Santa Sede y el sultán otomano que dominaba Tierra Santa, que permite la Restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén, e inmediatamente se vuelve a tratar de la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro, reconociendo sus privilegios y todo lo anteriormente regulado por la Iglesia sobre ella.El papa afirma que “le consta por documentos fidedignos” que, desde el siglo XV, el Padre Guardián del Santo Sepulcro, residente en Jerusalén, ya admitía por concesión apostólica como Caballeros a varones beneméritos en esta Orden de Caballería del Santo Sepulcro y le ratifica para que pueda seguir ejerciendo dicho privilegio.La restauración en 1847 por el papa Pío IX del Patriarcado Latino de Jerusalén, supuso un paso importante, ya que otorgó al Patriarcado la responsabilidad de gobernar y administrar la Orden.En consecuencia, la Orden mantuvo una guarnición en Jerusalén, mientras esta ciudad estuvo en manos de los cristianos.A diferencia de los templarios y hospitalarios, las fortalezas Sepulcristas estaban todas en la ciudad santa.Al perderse ésta, hubieron de abandonar todas sus residencias y establecimientos.En los diferentes reinos de España, con gran devoción por el Santo Sepulcro, siempre habían sido frecuentes las peregrinaciones a Tierra Santa y los cruzamientos de españoles como caballeros sepulcristas.En 1899, la Orden en España alcanzaría un nuevo reconocimiento a su valía: acabada la restauración del Templo de San Francisco el Grande (Madrid), se emitió la Real Orden, del 21 de febrero de 1899, para que en lo sucesivo el capítulo pueda celebrar sus reuniones y funciones religiosas en dicho templo.En la actualidad, la casa madre en España está situada en la Real Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud, donde se reúnen los caballeros (que son canónigos honorarios de la colegiata) al menos una vez al año para celebrar su capítulo general.Entre sus funciones actuales están: mantener e incrementar la presencia española en Tierra Santa; promover el estudio de la historia de la presencia española en los pueblos del Mediterráneo y Oriente Medio, (en especial en Tierra Santa); coadyuvar a la labor humanitaria y educativa en esa misma área; así como sostener la Basílica-Museo de San Francisco el Grande en Madrid.[6]​ En 1766 fue fiscal decano y electo para continuar su carrera en el Real Tribunal del Santo Oficio de Granada, por haber ascendido el Bernardo Antonio Calderón Laza (1764-1786) al antiguo obispado de Osma.[9]​ Desde entonces, han ocupado dicho puesto: Guillermo Barroso Chávez, Pablo Campos Lynch, Ignacio Urquiza y Septién, Fernando Uribe Calderón, Gustavo Rincón Hernández y Guillermo Macías Graue.El gran magisterio de la orden asiste al gran maestre en organizar y coordinar sus actividades en todo el mundo, particularmente en Tierra Santa, así como en la administración del patrimonio de la orden.
La Orden del Santo Sepulcro tiene sus raíces alrededor de 1099 bajo duque de la Baja Lorena Godofredo de Bouillon (1060-1100), "Defensor o protector del Santo Sepulcro" (en latín: Advocatus Sancti Sepulchri), líder de la Primera Cruzada y primer gobernante de la Reino de Jerusalén. Fresco de Giacomo Jaquerio en Saluzzo, norte de Italia (hacia 1420).
La Orden del Santo Sepulcro tiene sus raíces alrededor de 1099 bajo duque de la Baja Lorena Godofredo de Bouillon (1060-1100), "Defensor o protector del Santo Sepulcro" (en latín: Advocatus Sancti Sepulchri), líder de la Primera Cruzada y primer gobernante de la Reino de Jerusalén. Fresco de Giacomo Jaquerio en Saluzzo, norte de Italia (hacia 1420).
Detalle de una miniatura del rey Felipe II de Francia llegando a Tierra Santa.
San Onofre en el Janículo ( Roma ), sede de la Orden