Se le atribuyen facultades curativas y se afirma que, tomada tras la pronunciación del conjuro, funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.
[1] Como "Calloubada" aparece ya a principios del siglo XX con una receta de aguardiente quemado, azúcar blanco y café.
Esta costumbre se difundió tan rápidamente que ya en 1955 el alfarero mindoniense Tito Freire, creó los recipientes de barro cocido, con forma de tartera y patas en los que se suele preparar habitualmente.
Cualquier ocasión es buena para realizar una queimada: una fiesta, reuniones familiares o de amigos.
A continuación se revuelve lentamente dejando que suban las llamas del alcohol y creando cascadas con ellas.
[2] De acuerdo con la tradición, durante su preparación se debe recitar en voz alta un conjuro (esconxuro o conxuro en idioma gallego) para espantar a los malos espíritus y a las meigas.
Algunhas fuxirán a cabalo das súas escobas para iren se asulagar no mar de Fisterra.
Son as bruxas que están a purificarse nestas chamas espiritosas...
a vós fago esta chamada: se é verdade que tendes máis poder ca humana xente, limpade de maldades a nosa terra e facede que aquí e agora os espiritos dos amigos ausentes compartan con nós esta queimada.