A través de la investigación bioquímica aplicada, es posible avanzar en tratamientos médicos más eficaces, promover una nutrición más saludable, desarrollar energías limpias, prevenir enfermedades relacionadas con el ambiente y crear soluciones para la remediación ambiental.
Aunque el empleo por primera vez del término "química Verde" ha sido asignado a Paul Anastas[1] en 1991, parece que el término ya había sido empleado con anterioridad, como por el investigador Trevor Kletz lo uso en 1978 en un artículo en el que se instaba al uso responsable de procesos químicos y búsqueda de procesos sostenibles.
Sin embargo, no se tiene una verdadera sinergia entre la industria “como usuario final” y la academia “como desarrollador de tecnología”.
A medida que se desarrollan los nanomateriales, el impacto ambientales y humanos de salud de ambos productos y procesos, para hacerlos deben considerar garantizar su viabilidad económica a largo plazo.
Asimismo actualmente es muy común que a los nuevos materiales desarrollados, tales como los basados en polímeros,(plásticos, elastómeros, empleados en envases u otras aplicaciones), se les asigne una huella ecológica vinculada a todo su ciclo de vida.
Esto explica la incertidumbre del estatus científico de la química verde.