Pusikaqcha (también conocido como: Pusikakcha, Pusikajcha o Pusicakha) es una deidad primordial antiguamente venerada por los diversos pueblos aimaras, ubicados en el altiplano de América.
Usando engaños lo trajeron a un pueblo que se llama Yunguyo, junto a la gran laguna de Chucuito (Titicaca), hicieron una cruz y lo clavaron en ella, ataron la cruz en una balsa y la echaron en un estrecho de la laguna que llama Tiquicaca (estrecho de Tiquina), el cual no se puede navegar por ser muy rápido y furioso.
La gente que le quería, viendo aquella crueldad, lo sentía grandemente derramando muchas lágrimas de dolor, y los mismos cerros y piedras se movían dándose las unas contra las otras de sentimiento, por ver padecer a su hacedor.
[5] A continuación, se compararán algunos textos de ambas fuentes: Ambas fuentes afirman que el dios surgió de sí mismo en la oscuridad y, posteriormente, este da origen al mundo y a todos sus elementos.
[4] [5] Ambas fuentes relatan la creación de los astros que otorgarán luminosidad al mundo.
Posteriormente, dichas fuentes explican como la Luna quedó oscurecida debido a la ceniza que le lanzó el Sol como producto de su envidia.
[4] [5] Ambas versiones mencionan al dios Tunupa; no obstante, dichas fuentes explican dos orígenes distintos.
[5] [7] Ambas fuentes mencionan a los hijos y/o criados de Huiracocha que lo acompañan en la creación.
Muchos de los numerosos pueblos precedentes a los incas establecían al rayo como el inmanente dios creador del universo y, por ende, su culto fue mayor que el culto en torno al Sol.
[1] [2] Volviendo al error, no se sabe a ciencia cierta si fue una simple casualidad o algún guiño de sincretismo religioso por parte del cronista.